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Qué es el micromanagement y cómo lidiar con ello

Si echamos un vistazo a nuestro alrededor seguro que nos topamos con un “micromanager”. Saber lidiar con ellos es fundamental para el bien de nuestra organización y de nuestro liderazgo. Empecemos por el principio:

¿Qué son los micromanagers?

Es así como se conocen a las personas que centran toda su atención en controlar detalles sin importancia, ignorando lo verdaderamente relevante para su empresa. Esta falta de perspectiva y de visión estratégica es más frecuente de lo que nos pensamos.

Lo peor de los micromanagers es que, en muchas ocasiones, suelen ocupar puestos de dirección, lo que implica que están al cargo de equipos pese a su evidente incapacidad de gestionarlos.

¿Qué suelen hacer los micromanagers?

Quién no ha recibido alguna vez un email con el asunto escrito en mayúsculas: “URGENTE” sin que realmente fuera un asunto tan apremiante.
Probablemente lo hubiera enviado un micromanager. Estos son los rasgos que les caracterizan:

  • Nunca están satisfechos con los resultados finales. Si la tarea no se ha realizado exactamente como ellos habían pedido, nunca mostrarán su satisfacción.
  • Quieren saber en todo momento dónde están los miembros de su equipo y en lo que están trabajando a cada instante. Pide informes continuamente sobre el estado de los proyectos.
  • Solicita ir en copia de todos los correos electrónicos, síntoma inequívoco de su obesión por el control. Incluso en los emails más irrelevantes quiere aparecer en cc’s.
  • No son conscientes de lo mucho que obstaculizan la productividad de su equipo y la suya propia.

Por supuesto, un jefe tiene la obligación de revisar cómo van las cosas y de establecer un alto nivel de exigencia a las personas con las que trabaja. Sin embargo, los “micromanagers” pecan de intensidad y, lo que es peor, a menudo no se aplican el cuento.

¿Cómo lidiar con los micromanagers?

Coexistir con la microgestión no es lo más deseable ni para nuestra productividad personal ni para nuestra eficiencia profesional. Las personas que sufren sus efectos a menudo experimentan sensación de frustración y desmotivación. Te ayudamos a lidiar con los micromanagers:

1. Elimina cualquier situación que incite la microgestión

Si te ves obligado a trabajar con un micromanager cuya máxima inquietud sea el control, facilítasela a tu manera. Ofrécele informes detallados y anticípate a las posibles tareas que te pueda pedir. Tenlo todo por escrito para su tranquilidad y la tuya en caso de conflicto.

Normalmente los micromanagers piden tareas que ya sabemos que tenemos que hacer, lo que simplemente hacen es “recordarnos” que las hagamos. Hacerlas con antelación, por tanto, no debe suponernos un esfuerzo inasumible y a cambio obtendremos cierta confianza de nuestro gestor.

2. Informa de manera proactiva

Los micromanagers quieren estar involucrados en todos y cada uno de los pasos de la puesta en marcha de un proyecto. La solicitud de cambios y de actualización de cómo va el proceso será la tónica constante.

Para evitar que la microgestión te cause estrés, de nuevo te recomendamos que te adelantes y ofrezcas información sobre cómo llevas tus tareas de forma proactiva, esto es, antes de que te lo soliciten.

Por ejemplo, puedes escribir un email por la mañana indicando lo que llevas realizado hasta la fecha y lo que planeas completar a lo largo del día. De esta forma tu micromanager sabrá cuál es exactamente tu carga de trabajo y aplazará su habitual “ataque” de preguntas.

3. Hazles saber cómo afectan sus decisiones a tu productividad

En el cara a cara será más fácil mantener una conversación sensata con un micromanager. Explícale cuidadosamente que su insistencia tiene efectos negativos sobre tu productividad, lo que a la larga puede afectar a tu compromiso con el proyecto común de la empresa.

Pídeles delicadamente que te dejen cumplir con tu trabajo a tu manera. No será fácil que obtengas un “sí” rotundo, pero servirá para expresar tu opinión y quizá poner sobre aviso a tu micromanager de la verdadera situación, de la que tal vez no fuera plenamente consciente.

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4. Ofrece alternativas

Con total respeto, puedes proponer realizar una tarea sin su supervisión y ofrecerle la posibilidad de revisar todo el proceso al terminar. Estarás haciéndole saber que puedes y quieres trabajar de forma más independiente, al mismo tiempo que le ofreces la posibilidad de revisar tus posibles errores.

Si accede, por supuesto debes agradecer su confianza efusivamente para que el micromanager sea consciente del efecto positivo que tiene sobre ti la delegación de tareas. Haciendo esto estarás actuando como un líder que trabaja por inspirar el cambio y, lo que es más importante, estás luchando contra la microgestión.

¿Eres un micromanager?

Si después de leer este post te identificas con los micromanagers, no te preocupes. No es el fin del mundo. Los líderes se hacen, lo único que tienes que hacer es ponerte manos a la obra para trabajar en tu liderazgo y mejorar cada día.

No cometas el error de pensar que tu papel como líder consiste en controlar y supervisar todos los detalles. Con ese excesivo afán controlador lo único que consigues es asfixiar la actitud de tus colaboradores y probablemente frustres cualquier intento de creatividad.

Los “micromanagers” temen el cambio, los líderes lo buscan. Los líderes fomentan la autogestión, mientras que los “micromanagers” intentan por todos los medios ejecutar y controlarlo todo. Lo que de verdad necesita un equipo en una empresa del siglo XXI es un líder que les diga con claridad qué espera de ellos. En definitiva: un líder que sepa cómo comunicar sus ideas.

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Aprende a comunicar tus mensajes con precisión y sencillez. Concéntrate en el “qué” y el “para qué” y no en el “cómo”. Tienes que ser capaz de explicar a tu equipo lo que quieres de ellos. Trabaja en tus habilidades de comunicación para convertirte en un buen líder.

No se trata de comunicar “más” o de forma “constante” (también tienes que dejar tiempo para que tu equipo “haga”). “Más” no es sinónimo de “mejor”. La sobreinformación es fruto de una comunicación deficiente y, en general, refleja una falta de conocimiento sobre el “qué”.

Cuando te pares a pensar “qué” quieres y “para qué” lo quieres, seguramente te des cuenta de que aquello que inicialmente considerabas muy importante, no lo es tanto. Si haces esa reflexión, te resultará más fácil después comunicarlo a los demás miembros de tu equipo con claridad y efectividad.

Sin darte cuenta, habrás dejado de ser un micromanager para convertirte en un buen líder.

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